Las décadas de 1980 y 1990 presenciaron una explosión de actividad literaria, junto con un aumento impresionante del número de libros publicados. Al mismo tiempo, varios escritores israelíes obtuvieron reconocimiento internacional, entre ellos Amos Oz, Yehoshua, Kaniuk, Aharon Appelfeld, David Shahar, David Grossman y Meir Shalev. La confianza en la literatura como medio que permite al lector comprenderse a sí mismo, como individuo y como parte de su entorno, caracteriza a la prosa de este período, escrita por tres generaciones sucesivas de autores. Muchos de ellos se refieren también a los dilemas políticos y morales de la vida en Israel, especialmente Oz, Grossman y Shalev.
Esfuerzos renovados para enfrentarse con la tragedia del Holocausto han llevado a formular nuevas formas de expresión para tratar cuestiones fundamentales que sólo pueden ser debatidas en una perspectiva de tiempo y lugar, que integre la distancia con la implicación (Appelfeld, Grossman, Yehoshua Kenaz, Alexander y Yonat Sened, Nava Semel y otros). El mejor ejemplo de ello es quizás Ver entrada: “Amor”, de Grossman, narrado en parte desde la perspectiva de un niño, Momik, que ve desplegarse las secuelas del Holcausto dentro de su familia de inmigrados.
Tambien se han abordado temas nunca antes tratados, como la vida en la aldea árabe (Antón Shammas, un escritor árabe cristiano; Sayed Kashua, un escritor y periodista árabe musulmán), el mundo de los judíos ultraortodoxos que se segregan deliberadamente de la sociedad moderna (Yossl Birstein), la vida en las comunidades jasídicas de Jerusalén (Haim Beer), y los intentos de un escéptico para enfrentarse con la existencia, en un período en que las ideologías laicas están sucumbiendo y el fundamentalismo religioso se fortalece (Yitzjak Auerbach-Orpaz).
Otro importante tema que examinan algunos autores de origen sefardita es el lugar que la sociedad israelí otorga a un inmigrante alienado, oriundo de un país árabe (Sami Michael, Albert Suissa, Dan Benaya-Seri). Otros exploran temas universales como la democracia y la justicia, según son vistos en el contexto de una sociedad sometida a constantes desafíos en la mayoría de las áreas de su vida nacional (Yitzhak Ben Ner, Kaniuk, Grossman, Oz).
Varias escritoras que se han dado a conocer en las últimas décadas escriben no sólo sobre temas de índole general sino también sobre el mundo de las mujeres conscientes de su lugar en la tradición judía, y de su papel en el proyecto sionista (Amalia Kahana-Carmon, Chana Bat-Shahar, Shulamit Hareven, Shulamit Lapid, Ruth Almog, Savion Liebrecht, Batya Gur). Lapid y Gur han incursionado también en el género detectivesco con aclamación de la crítica tanto local como extranjera.
Recientemente ha emergido una generación más joven de escritores, que rechaza gran parte de la centralidad de la experiencia israelí y revela una tendencia más universalista, frecuentemente de naturaleza alienada, surrealista e idiosincrásica. Algunos de estos escritores (Yehudit Katzir, Etgar Keret, Orly Castel-Blum, Gadi Taub, Irit Linor, Mira Maguen) se han convertido en ídolos, y sus nuevas obras tienen asegurado un lugar a la cabeza de las listas de los libros de mayor venta en Israel y a veces también en el extranjero. En los últimos años las colecciones de relatos cortos de Keret, como Añorando a Kissinger, gozan de un éxito notable entre un amplio sector de lectores europeos y le han valido varios premios prestigiosos.
Además de la abundante producción literaria hebrea, un número significativo de obras, tanto en prosa como en poesía, aparecen en otros idiomas, en especial el árabe, el inglés, el francés y el español. Con la inmigración de más de un millón de judíos provenientes de la ex Unión Soviética, Israel se ha convertido en el mayor centro de creación literaria en idioma ruso fuera de Rusia misma.
En los últimos años, editores israelíes han ingresado en forma masiva al área de la publicación electrónica. Los programas israelíes, que cubren una amplia gama de temas, se venden en todo el mundo.
Foto: J. Malcolm